La abducción fue de noche. Eso es
probablemente lo único en lo que la ciencia ficción acierta. Porque me
abdujeron mientras dormía. El resto es totalmente distinto, no existen las
naves espaciales ni los trajes futuristas. Los seres que me tomaron prisionero
no se parecen a nada que haya visto en las películas. Son más bien luminosos,
como si estuvieran hechos de pequeños destellos y no se comunican emitiendo
sonidos, te hablan y los escuchás en tu cabeza. Pero con tu propia voz. Es
raro, si no lo viviste.
Me desperté en el galpón de mi casa,
rodeado por tres de estos seres. No voy a describirles mi etapa de sorpresa ni
mis humillantes intentos de escape. No suman a la historia en absoluto.
Tampoco me hicieron una autopsia, para
decepción de los morbosos. Simplemente me comunicaron que iban a realizar un
estudio de la sociedad mediante mi registro mental consciente e inconsciente.
Asimismo lo harían con diversos habitantes del mundo, de diferentes zonas y
diversos estratos socio-culturales.
Intenté preguntarles quiénes eran y de
dónde venían. Me hicieron saber que se trataba de una sociedad
superdesarrollada, que en principio estaba considerando nuestro planeta para
establecer una alianza. En principio, dijo, porque enseguida habían descubierto
la naturaleza egoísta, violenta y competitiva del humano y ahora estaban más
bien aterrados. Sobre todo les asustaba el concepto de “poder” y su fuerte
relación con la capacidad económica. Me dijo que en la sociedad que ellos
habitaban lo más parecido que había al poder era la virtud para contribuir con
el resto de los habitantes.
Por último me contó que en su vocabulario
no existían equivalentes para palabras como “ganar” y “perder” porque habían
erradicado la competencia. Todo era equilibrado y perfecto. Lo último que
escuché fue que se quedaron porque les dimos pena y que estaban buscando la
mejor manera de educarnos.
Sonreí y les dije que ellos me daban pena.
Sin atisbo de enojo, con sincera
curiosidad me pidió que le explique el por qué.
- Porque jamás en tu puta vida gritaste un
gol, amargo.
Entonces las luces se desvanecieron, la
noche volvió a quedar presa de un silencio de muerte y descubrí que había
recuperado mi capacidad motriz, salí del galpón aún confundido y crucé el
jardín en dirección a mi casa. En el camino, sobre la hierba, estaba la pelota
de mi hijo. Me perfilé y le metí un zurdazo exacto que, tras un ruido sordo,
hizo que el cuero se perdiera por encima de la casa del vecino. No sé dónde
habrá ido a parar. Lo único seguro es que la clavé en el ángulo.
Me hacés acordar, estimado Andrés a una entrevista que hacían por radio a un ministro de economía chileno allá por el 2001. El tipo meta decir....que Chile esto .....que Chile lo otro....que ellos eran serios.....respetuosos y la gente ordenada y que acá éramos todos anárquicos. Alguien al aire interrumpe la entrevista y le dice: "Si, todo lo que quieras pero ustedes JAMAS van a ganar un Mundial"
ResponderEliminarAbrazo!
Ganar un mundial, al fin y al cabo, es el único factor que engrandece una Nación.
EliminarJaaaaaaaaajjaa... me encantó la historia + el comentario de Dany. Es para decirles (a los extraterrestres o a los chilenos) "es raro, si no lo viviste".
ResponderEliminarGracias Andrés, me arrancaste una sonrisa de varios dientes =)
Los hermanos chilenos han sido castigados con un territorio conflictivo, propenso a terremotos y, además, con un fútbol bastante lamentable.
Eliminarjajaja ya entiendo porqué tecontaretodo se estaba riendo, muy bueno, la verdad que también me reí
ResponderEliminarsaludosss
Ah! ya me acuerdo de dónde me sonaba tanto tu nombre, del sorteo de tu libro en La lectora,
ResponderEliminarespero que vaya bien!