viernes, 1 de junio de 2012

Abducción


La abducción fue de noche. Eso es probablemente lo único en lo que la ciencia ficción acierta. Porque me abdujeron mientras dormía. El resto es totalmente distinto, no existen las naves espaciales ni los trajes futuristas. Los seres que me tomaron prisionero no se parecen a nada que haya visto en las películas. Son más bien luminosos, como si estuvieran hechos de pequeños destellos y no se comunican emitiendo sonidos, te hablan y los escuchás en tu cabeza. Pero con tu propia voz. Es raro, si no lo viviste.
Me desperté en el galpón de mi casa, rodeado por tres de estos seres. No voy a describirles mi etapa de sorpresa ni mis humillantes intentos de escape. No suman a la historia  en absoluto.
Tampoco me hicieron una autopsia, para decepción de los morbosos. Simplemente me comunicaron que iban a realizar un estudio de la sociedad mediante mi registro mental consciente e inconsciente. Asimismo lo harían con diversos habitantes del mundo, de diferentes zonas y diversos estratos socio-culturales.
Intenté preguntarles quiénes eran y de dónde venían. Me hicieron saber que se trataba de una sociedad superdesarrollada, que en principio estaba considerando nuestro planeta para establecer una alianza. En principio, dijo, porque enseguida habían descubierto la naturaleza egoísta, violenta y competitiva del humano y ahora estaban más bien aterrados. Sobre todo les asustaba el concepto de “poder” y su fuerte relación con la capacidad económica. Me dijo que en la sociedad que ellos habitaban lo más parecido que había al poder era la virtud para contribuir con el resto de los habitantes.
Por último me contó que en su vocabulario no existían equivalentes para palabras como “ganar” y “perder” porque habían erradicado la competencia. Todo era equilibrado y perfecto. Lo último que escuché fue que se quedaron porque les dimos pena y que estaban buscando la mejor manera de educarnos.
Sonreí y les dije que ellos me daban pena.
Sin atisbo de enojo, con sincera curiosidad me pidió que le explique el por qué.
- Porque jamás en tu puta vida gritaste un gol, amargo.
Entonces las luces se desvanecieron, la noche volvió a quedar presa de un silencio de muerte y descubrí que había recuperado mi capacidad motriz, salí del galpón aún confundido y crucé el jardín en dirección a mi casa. En el camino, sobre la hierba, estaba la pelota de mi hijo. Me perfilé y le metí un zurdazo exacto que, tras un ruido sordo, hizo que el cuero se perdiera por encima de la casa del vecino. No sé dónde habrá ido a parar. Lo único seguro es que la clavé en el ángulo.

6 comentarios:

  1. Me hacés acordar, estimado Andrés a una entrevista que hacían por radio a un ministro de economía chileno allá por el 2001. El tipo meta decir....que Chile esto .....que Chile lo otro....que ellos eran serios.....respetuosos y la gente ordenada y que acá éramos todos anárquicos. Alguien al aire interrumpe la entrevista y le dice: "Si, todo lo que quieras pero ustedes JAMAS van a ganar un Mundial"

    Abrazo!

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    1. Ganar un mundial, al fin y al cabo, es el único factor que engrandece una Nación.

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  2. Jaaaaaaaaajjaa... me encantó la historia + el comentario de Dany. Es para decirles (a los extraterrestres o a los chilenos) "es raro, si no lo viviste".
    Gracias Andrés, me arrancaste una sonrisa de varios dientes =)

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    1. Los hermanos chilenos han sido castigados con un territorio conflictivo, propenso a terremotos y, además, con un fútbol bastante lamentable.

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  3. jajaja ya entiendo porqué tecontaretodo se estaba riendo, muy bueno, la verdad que también me reí

    saludosss

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  4. Ah! ya me acuerdo de dónde me sonaba tanto tu nombre, del sorteo de tu libro en La lectora,
    espero que vaya bien!

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