miércoles, 4 de enero de 2012

Culposo



Hay una suerte de sufijo en las figuras delictivas que quisiera traer a colación. Es considerado “Culposo” el delito cometido por negligencia u omisión. Ejemplo: estás limpiando el viejo Colt de papá, vos sabés que está cargado pero no tenés ganas de sacarle las balas. Entonces, lo estás limpiando y, sin querer, accionás el gatillo y le pegás un corchazo en la frente a tu abuela que estaba sentada en el sillón mirando una novela de Thalía. Homicidio culposo.
Ejemplo dos: Vos sabés que los frenos de tu auto no funcionan, sin embargo no vas al mecánico, más bien salís a pasear y, para más, pisás el acelerador como si en ello te fuera la vida. Mal. En una esquina te llevás puestos a dos testigos de Jehová que vuelan como con Angry Birds, con Biblias y todo.
Culposo. Vos sabías, pero omitiste.
Me interesa particularmente este matiz legal puesto que, como médico, es innegable que estaba al tanto de que el medicamento que mi mujer iba a ingerir tiene, en su composición química, Penicilina. Como tampoco me sería posible negar que tengo conocimiento de su condición de alérgica a la Penicilina. Menos aún, me sería creíble esgrimir la teoría de que no sé como contrarrestar los efectos que le estaban arrancando la vida, una vez hubo tomado la píldora. Es cierto, yo sabía como frenar ese puño invisible que le apretaba la garganta, impidiéndole respirar.
Sin embargo no me moví, no. Porque tenía también conocimiento de la existencia de ese fulanito que se estaba encamando con mi mujer. He encontrado recientemente algunos mensajes de texto en la Bandeja de Entrada de su celular que bien podrían ser condicionados para mayores de 40 años.
Aunque el tipo también le dice cosas lindas, hay que admitir que el míster tiene el don de la palabra. De hecho me recuerda las cosas que yo mismo le decía, mucho tiempo ha.  Quizás a ella también le recuerde a mí, y sea ese el motivo del romance. O quizás eso es lo que a mí me gustaría creer.
Como sea, las cosas que él le dice –las sexuales y no tanto- me hicieron recordar cómo era ella hace veinte años. La primera vez que la vi, jamás sospeche que sería capaz de dejarla morir entre mis brazos. Porque lo que me está pasando a mí no me sorprende: la primera vez que la vi, con aquellos labios tan finos, y su corte estilo Cleopatra supe que sería capaz de matar por ella.
Sí, de mi no me sorprende. Yo ya sabía.

3 comentarios:

  1. También aplica el "premeditado" con agravante por vínculo.....o ex-vínculo si vamos al caso. Lo supo siempre. Gran abrazo y excelente 2012! Vamos por más, amigo.

    ResponderEliminar
  2. Debe ser una sensación espantosa, horrible. De solo pensarlo se me ponen lo pelos de punta. Es más, creo que el día que yo mismo deje de sorprenderme...no, no quiero ni pensar en esa posibilidad...uf!

    ResponderEliminar
  3. Pobre Cleo, ella quizá sabía que si el marido la pescaba la iba a matar, pero le dio fiaca borrar el inbox del celu, lo sabía pero no hizo nada y terminó cometiendo deceso culposo...

    Buenísimo, me reí mucho con la primera parte :D

    ResponderEliminar