martes, 15 de noviembre de 2011

Estereotipos

A We, que me equilibra los tristes estereotipos que poblan el mundo.


El grupo de amigos que tengo la suerte de integrar, es un conjunto de estereotipos. Cada uno conoce su lugar en la manada y lo cumple a reglamento. West y yo somos los chicos cultos-geek del grupo. De hecho, a West su apodo le deviene de Adam West, el Batman de los años 60. Nuestro nivel de nerdaje es escandaloso.
 Después está Maxi, que es el fachero de boliche. Cumple con todo lo que su estereotipo manda: labura de RRPP, siempre está bronceado y con una pendeja nueva de la mano. Y no tiene una puta idea de lo que sucede más allá de sus narices.
 Charly es el hermano metalero, todo en su vida es rock, amigos, códigos, truco y birra. Siempre con su remerita de Hermética, casi la tiene tatuada.
 Diego, por su parte, es un estereotipo muy frecuente: el argento canchero. No importa qué te haya pasado, a él le pasó algo peor. Suele utilizar frases tales como “¿sabés como es la cosa?”,  “Yo, papá, yo te canto la posta” y “a esta me la cojo”. De cada anécdota que Diego cuenta hay que creerle un 30%, pero nosotros lo queremos así, es parte de su encanto.
Los viernes nos juntamos los cinco en un bar en Recoleta. Ya es una agradable costumbre.
El viernes pasado, West y yo hablábamos del modelo keynesiano, más precisamente de cómo el estado de bienestar podría solucionar varios problemas en el mundo de Star Wars, concluimos analizando las defectos del modelo propuesto por John Maynard. Charly estaba borracho y se reía con la historia de Diego, que esta vez aseguraba haberse enfiestado con dos gemelas danesas. Maxi boludeaba con el celular, solo, en silencio.
Lo miro a West y, con un gesto cómplice, decidimos regular el nivel de nuestra charla. Hablar de algo en lo que Maxi pueda integrarse.
- Che Maxi –le digo- qué pedazo de culo tiene Cinthia Fernández.
- Sí – adhiere West- No se puede creer, che.
Maxi nos mira, parece concentrado en algo. Entonces responde:
- Sí, es cierto. Pero me quedé pensando en el modelo keynesiano y, West, el modelo no es inútil, lo que pasa es que no se aplicó por completo- afirmó, para nuestra enorme sorpresa- Al estado intervencionista debió haber seguido un período en el cual se debía enfriar la economía para no producir más de lo que se puede consumir. Es un modelo de ciclos que se complementan, el error estuvo en aplicar sólo una etapa.
West y yo nos miramos boquiabiertos.
- ¿Cómo dijiste Maxi? –balbuceé.
Maxi volvió en sí, sus ojos volvieron a ponerse en foco.
- Que tiene terrible ojete – dijo con su gesto habitual.
Fue ahí que entendimos que existía un estereotipo madre, uno que nos unía como grupo heterogéneo en exacto balance, un sistema capaz de auto regularse. Nosotros funcionábamos así y no tenía sentido intentar ser diferentes. Supongo que si alguno de nosotros forzaba una postura, nuestra amistad se volvía una mentira.
Y con estos amigos, eso es un lujo que no nos podemos permitir.

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